¿Por qué trabajar con los pueblos indígenas en la reforestación y la conservación de los bosques?

Es una pregunta cuya respuesta es obvia para nosotros, pero que no parece tan obvia para muchos, ni mucho menos.

Pero lo primero es lo primero.

¿Quiénes son los pueblos originarios?

Los Primeros Pueblos, también conocidos como pueblos indígenas o aborígenes, comparten una continuidad histórica con un territorio determinado antes de la colonización, y tienen una profunda conexión con sus tierras. Mantienen, al menos en parte, sistemas sociales, económicos y políticos distintos. Tienen lenguas, culturas, creencias y sistemas de conocimiento únicos.

Representan el 6,2% de la población mundial.

Fuente : https://www.un.org/fr/fight-racism/vulnerable-groups/indigenous-peoples

Una estrecha relación con la Madre Tierra

Estos pueblos siempre han mantenido estrechos vínculos con los bosques, los animales y la naturaleza que les rodea. Para ellos, la naturaleza es una fuente fundamental de inspiración ritual y cultural, así como de materias primas y alimentos.

Ven la naturaleza como un todo al que pertenecen. La veneran y respetan, sin situarse por encima de ella como especie superior y dominante, sino como aliados y dependientes. Saben desde hace tiempo que sus recursos son preciosos y limitados.

Naturalmente, han sido abnegados defensores de nuestro planeta durante generaciones. Así que es natural que les apoyemos en esta misión a partir de ahora.

Para ellos, la tierra tiene incluso alma propia, y muchos hablan de la «madre tierra» que nos cobija y alimenta.

Las personas que suelen ser discriminadas…

A pesar de la riqueza de su cultura, estos pueblos son a menudo marginados y discriminados, incluso en sus propios países. Existen desigualdades flagrantes en términos de pobreza y reconocimiento de sus derechos. En Panamá, por ejemplo, las comarcas indígenas se encuentran entre las regiones más pobres del país.

Por tanto, un proyecto de protección forestal tiene mucho sentido con estos pueblos, que ya han demostrado su capacidad para vivir en armonía con la naturaleza. Además, contribuye a combatir la pobreza y la desigualdad a las que se enfrentan.

En un momento en que las actividades humanas insostenibles ejercen una enorme presión sobre nuestro planeta, tenemos mucho que aprender de sus culturas ancestrales y de su visión del mundo, que es también una visión de los orígenes y del respeto de toda forma de vida.

Proyectos que aportan esperanza

Nuestros proyectos con los pueblos indígenas de Panamá y Ecuador son esperanzadores e integrales, porque responden no sólo a sus creencias y a las necesidades medioambientales y sociales de sus territorios, sino también a sus necesidades económicas. La cuestión de sus derechos, sobre todo con respecto a la propiedad de la tierra, también está en el centro de nuestras preocupaciones.

Discriminación que refleja nuestra ignorancia de su cultura

Es innegable que los Pueblos Originarios reciben muy poca ayuda en su lucha por proteger la biodiversidad, ya sea en sus propios países o a escala mundial. Entonces, ¿qué estamos haciendo aquí en Europa?

Nuestra falta de apoyo refleja nuestra falta de comprensión de su cultura. Su cultura se basa principalmente en la oralidad y las relaciones humanas, mientras que nuestras instituciones favorecen la palabra escrita y la enseñanza a distancia. ¿Cómo pueden acceder a las subvenciones públicas y a los fondos privados que podrían estimular su economía y garantizar la protección de sus bosques? Actuando así, ¡les estamos discriminando!

Nunca rellenarán largos formularios de solicitud, ni realizarán campañas de prospección, pero sobre el terreno estarán ahí, motivados y serán eficaces en la protección de las especies, la naturaleza y la humanidad en su conjunto, porque ya comprenden lo que está en juego ante la crisis climática.

Proyectos sostenibles

Nuestros proyectos de reforestación y conservación se basan en sus conocimientos ancestrales y se llevan a cabo con equipos locales. Son llevados a cabo por ellos y para ellos, en un espíritu de fructífera colaboración.

Nuestra realidad es difícil pero rica: nuestros proyectos son más caros porque se instalan en regiones remotas donde a menudo faltan recursos, y a veces están aislados del mundo por cortes de electricidad que pueden durar varios días. Por no hablar de la negativa de los gobiernos a reconocer su derecho a la propiedad, a reconocerles como pueblos indígenas o a demarcar oficialmente los territorios que habitan.

Pero su trabajo, su compromiso y su dedicación diaria nos recuerdan que hemos hecho la elección correcta.

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